Me duele la boca
de callarme tanto,
cuando debería dolerme
de tanto besarte.
Me duelen los dedos
de contar contigo
del uno al un millón de ausencias.
Me duele saberme
pájaro en tu mano,
y pensarte anhelando
el ciento volando.
Me dueles como duele el frío y
como duele el calor,
porque cuando hacen daño,
la sensación es la misma.
Me duele dolerme.
Me duele soñarte posible
y despertarme en una realidad utópica.
Entré en el dolor
para buscarte, y salvarme yo;
y la vida se convirtió en un juego de mesa
con más manos que dados
y más bocas que fichas que comer.
Entonces asumí mi vida rota.
Asumo que la vida tiene que romperse
para poder compartirse;
la asumo como algo que tarde o temprano pasa,
como algo que retumba,
como algo que vibra,
que cae al suelo,
y que salpica.
Que si tú no estás para curarme
aun quedándome sin voz y sin silencio,
seguramente acabe por no culparte
y repartir los trozos entre los que me quieren menos.
Y es que siempre he sabido aceptar una derrota
hasta que se trató de perderte a ti.
:( :( :(
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