miércoles, 15 de enero de 2014

Hay días en los que la vida te parece una soberana mierda y no sabeis hasta que punto puede llegar a deshaogarnos escribir. Ni más, ni menos. Que hago ésto, ¿para qué? Que hago lo otro, ¿pero por qué?
Y cuantos más motivos buscas, más te cuestionas todo. Y a la única conclusión que llegas es a esa: la vida es una mierda del tamaño de una catedral.
Entonces es cuando los placeres te parecen los más básicos: dormir, comer, que te de el sol y que te de la sombra. 
Por qué nacemos. Para qué. Un ciclo estúpido de vida y muerte que para que funcione sin que acabemos matándonos unos a otros tenemos que complicarlo más y más. Es que ni animales. Ojalá fuéramos animales.
Mierda, mierda y más mierda.
Lucha de poderes, sin líder no sobrevivimos, venga democracia, vamos a seguir matándonos igualmente. Estudia para que no te engañen esos de lpoder, ahora trabaja para mantener a esos del poder, porque por mucho que sepas, al menos con un trabajo y un amor incondicional tu vida deja de ser un sinsentido vacío. Y claro, te conformas o sigues pataleando en busca de algo que te llene y no te acabe haciendo vomitar.
Total, una mierda.
Un privilegio que es privilegio porque otro no lo tiene. Qué absurdo. Todos estamos igual de solos.

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