lunes, 14 de noviembre de 2011
A veces, cuando me pongo a llorar (por muy patético que suene) pienso que en ese mismo instante te vengo a la mente. Creo que es como un recordatorio, como un detector de sentimientos, pero sentimientos fuertes, de los fuertes fuertes. Es como si en vez de alarmas, fuesen lagrimas, y esas lagrimas lanzaran una especie de rayos invisibles a esa persona, aunque este a miles y miles de kilómetros. Y quizás esa persona esté hablando de limones, pero de repente recordará como se te congelaba el cerebro con ese granizado de limón aquella tarde de verano, o yo que sé. Quizás esté viendo la tele y en uno de los anuncios ponen esa odiosa canción que una vez tarareasteis a la vez, y quizás sonreirá. O…No sé, siempre me hubiese gustado creerme mi propia historia. Así, lloraríamos con ganas… ¿no?
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