sábado, 5 de marzo de 2011

Esta mania tan mia de olvidarme del deber de olvidarte.

Cuatrocientos veintinueve "te quieros" mudos en apenas dos segundos y ya nos faltan milímetros para comernos la boca porque sabemos qué palabras sobran y cuántos suspiros se nos escapan. Cuatrocientas veintinueve miradas fugitivas de las que rompen barreras, de las que saltan murallas, de las que atraviesan las ventanas rompiendo los cristales. Pero yo me he dado cuenta de que me sabe a poco los cuatrocientos veintinueve besos que nos podemos dar en apenas un minuto. Es como las patatas sin sal o fresas sin azúcar. Es como el palo de un chupachups o el envoltorio de un bombón. Miguitas de amor, te mendigo, y tú, como hombre bondadoso, me regalas trozos enteros de corazón. Pero yo no quiero estar alimentada, yo quiero ser obesa y atragantarme con tu pasión. Yo quiero devorarte por gula y lujuria, no por necesidad. Acabarnos el bote de helado con cucharilla pequeña, hasta empacharnos de saliva y reventar de placer. Volver a la tienda de la mano y comprar más. Cuatrocientos veintinueve botes de helado más. Porque nosotros no nos cansamos. Porque nosotros nos queremos morir de sobredosis. Sobredosis de miradas, caricias, besos, suspiros, palabras tontas, sonrisas sinceras, carcajadas de placer.

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