viernes, 26 de noviembre de 2010

Miedo.



-El siempre había llevado el miedo tatuado en sus ojos. Miedo a vivir, a amar, a disfrutar, a divertirse. Miedo a quedarse un día solo y ser incapaz de aguantarse. Miedo de querer a alguien y darle el poder de hacerle daño. Eso era precisamente lo que me había gustado de el. O mejor dicho, lo único de lo que no me enamoré al instante. Pero fue precisamente eso lo que hizo que me fijara en el. Su miedo. Trataba constantemente de acabar con él. Y aún sabiendo que en vano, trataba de que fuera capaz de quererme y de empezar a vivir sabiendo que a mi lado nada malo podría sucederle. En secreto, creo que llegó a hacerlo. Sin duda me amaba. Nunca lo dijo, por supuesto, pero dejaba verlo en sus gestos. En sus ojos empezaba a verse también otro tipo de miedo, miedo a perderme, miedo a que yo le dejara, miedo despertar un día y que yo no estubiera. Yo le recordaba constantemente cuánto le quería. Intentaba no decirlo, pero si demostrarlo. Creo que no lo hice mal. Y creo que incluso con el tiempo comenzó a confiar en mí. Sonreía a menudo y no sabes lo feliz que eso me hacía, pero nunca supe si su sonrisa era sincera.

Creo que ahora la que tiene miedo soy yo. Tengo miedo cada vez que me despierto y no le veo, tengo miedo porque sé que no podré volver a amar a nadie como a él y desconozco si eso es malo. Tengo miedo cada vez que apago las luces y imagino que está a mi lado. Tengo miedo a vivir sin el. Quien lo iba a decir, me sigo sorprendiendo, muriendome por su boca por el. Mi vida.

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